AL ABUELO, NI TOCARLO

E sta no te la perdono, Mariano. Al menos yo no. Lo de las pensiones ha sido un bajonazo. A los abuelos se les respeta, coño; que si lo piensas un poco, están tirando del país con tal fuerza que se les salen las prótesis.

Date una vuelta por el patio del colegio a la hora de la salida. Verás dos grupos bien diferenciados: algunos padres, sin afeitar y con chándal, con cara de pocos amigos y un gesto de preocupación que surca sus caras como una riada apocalíptica.

Verás también –abre los ojos– a los abuelos. Un subconjunto de hombres y mujeres de sienes plateadas y sonrisas esperanzadas, a quienes lo único que parece mantenerlos en pie es la ilusión de ver corretear a sus nietos, aunque les cueste un bypass perseguirles calle abajo con el bocata en la mano.

Mariano, hombre, ¿no ves que son ellos los que están aguantando los débiles cimientos de todo esto? ¿Es que no los has visto en la cola del banco con los recibos de la luz de sus hijos? ¿Nunca te has tropezado con uno en la cola del súper pagando pañales y potitos? ¿Clases pasivas? ¿Pasivas de qué?

Las gentes de bien que pueblan este rincón del mundo te pueden perdonar que les birles la extra de Navidad; te dejarán pasar que hayas abaratado el despido hasta convertirlo en el deporte nacional; harán la vista gorda incluso a la subida del IVA, del IBI y de cualquier “i” que se te ocurra.

Pero lo de hacerles pagar los medicamentos ya no nos pareció buena idea. Y nos empieza a mosquear más de la cuenta que uno de cada diez pacientes haya dejado de ir a la farmacia a por sus pastillas. Eso ya nos jode –perdona el tono–, Mariano.

Y ahora nos dices que no da la cosa para mantenerles las pensiones. Inaceptable. Porque no es una dádiva de lo que hablamos. Se lo han ganado durante toda la vida y con tal fin, quienes aún la conservamos, silbamos cada vez que papá Estado nos mete el tajazo mensual preceptivo a la nómina.

Ya no es una cuestión de ideas, Mariano. Es un asunto de prioridades. Antes de insuflar dinero a expuertas a bancos terminales; antes de construir autopistas, puentes o caminos; antes de renovar la flota de iPads de Sus Señorías; antes del Ejército, de la Iglesia o de la Santa Inquisición...

Antes de todo esto, mi democráticamente elegido presidente, está en altar aparte, el respeto a nuestros mayores. Lo prometiste.

AL ABUELO, NI TOCARLO

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