Aeropuertos sin futuro

En Galicia, los aeropuertos son una fuente permanente de noticias y datos. Hace unos días se celebró en Santiago el  “Foro Aeroportuario Galicia-Norte de Portugal”, una reunión de intercambio y debate sobre el transporte aéreo, que contó con la participación de numerosos expertos en esta materia, entre ellos el director del aeropuerto Sá Carneiro de Oporto.
Por cierto, a este foro organizado por el Clúster de Restauración, Hospedaxe e Turismo de Galicia, no asistió ningún representante de los aeropuertos gallegos ni de la administración autonómica que deben ir sobrados en esto de la eficiencia aeroportuaria y la planificación de rutas y destinos.  
Allí se habló, una vez más, de la necesidad de que entre Lavacolla, Alvedro y Peinador exista más coordinación y menos competencia y de que se especialicen y complementen. Dicho en román paladino: las terminales gallegas deben dejar de mirarse a sus propios ombligos, borrachas de un localismo corrosivo, para abordar juntas un proyecto de largo alcance más provechoso para todos.   
El consultor aeroportuario internacional y gerente del área de aeropuertos de IDOM, Javier Losada, dijo lo que todos sabemos: “No hay mercado para tres aeropuertos en Galicia” (en 2012 perdieron 543.000 viajeros mientras Oporto creció un 4,3 por cien), una conclusión que corroboró poco después el Club Financiero de Santiago que sostiene que Galicia no puede mantener tres aeropuertos por una razón tan simple como que no hay demanda y urgía a poner fin a una visión de país anclado en rivalidades localistas que no saben de  mercado aéreo.       
Este discurso es el que los políticos -y todas las personas con sentido común-  comparten y pronuncian a pie de calle y en los cenáculos privados. Pero esos mismos políticos cuando se dan la vuelta y hablan desde un atril o delante de un micrófono, dicen lo contrario, defienden con ardor los intereses localistas que alimentan guerras estériles y mantienen al transporte aéreo gallego desvertebrado, sin un proyecto para coordinar las terminales, que son el paradigma de un localismo enfermizo.
Hasta aquí hemos llegado y no podemos seguir engañándonos. Si existe alguna posibilidad de supervivencia de los tres aeropuertos gallegos es en el marco de una verdadera cooperación, que también debe incluir la planificación del transporte lanzadera por carretera y ferrocarril para llevar a los viajeros a los aeródromos. Aún así, alguno acabará cerrando por ser económicamente insostenible.

Aeropuertos sin futuro

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