Abuso, usura, estafa...

Tenían un poder absoluto y unos privilegios adquiridos, gracias a nuestros responsables públicos, sobre ejecuciones hipotecarias, embargo de bienes o cobro a morosos. Eran los amos y señores del país, a pesar de todo eso se dedicaban a acosar, perseguir y desacreditar a muchas familias y ciudadanos que les adeudaban varias cuotas de los créditos, por una clara imposibilidad de poder hacer frente a las mismas.
¿Quién, en su sano juicio, si tiene dinero deja de hacer frente a sus obligaciones financieras? La realidad es que cuando las cosas van mal y la economía familiar se resiente es cuando se reducen gastos y se establecen prioridades, antes de nada es poder comer, vestir, la educación, la sanidad y si no alcanza se deja de pagar el alquiler o la hipoteca. Hasta ahora algunos empleados de banca acudían a los domicilios de los deudores hipotecarios para “aconsejarles” el pago de sus cuotas. A pesar de ser conscientes de su prepotencia, la usura, las cláusulas abusivas y la indefensión que les creaban a los ciudadanos.
Gracias a Dios las cosas parecen cambiar y estas familias humildes ya no se avergüenzan, se unen y luchan por sus derechos y contra los abusos, la usura y las estafas de muchas entidades financieras en las que habían depositado su confianza y a las que no les tiembla el pulso para desahuciarlas de su vivienda, a pesar del código de buenas prácticas bancarias, o bien engañarlas con productos tóxicos en los que han invertido sus ahorros. Muchos somos conscientes de que “sí se puede, todo depende de nosotros”.

Abuso, usura, estafa...

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