Dos visiones opuestas de las fiestas coruñesas


ENTRE el blanco y el negro existe una extensa gama de grises que matizan ambos colores. Sin embargo, la valoración de las fiestas de A Coruña no puede ofrecer un resultado más maniqueo: para los mareantes, una maravilla, para el comercio y la hostelería, un desastre. Seguramente el problema es lo que unos y otros esperan de lo que deben ser las fiestas grandes de una ciudad como A Coruña. Hasta ahora, agosto era una sucesión de citas importantes, capaces de atraer a visitantes que, a su vez, llenaban hoteles, bares y tiendas. Sin embargo, en estos tiempos de repensar en los que estamos metidos, parece que fiestas ahora son la actuación de un grupete amigo y 300 personas encendiendo un mechero al son de la guitarra acústica, que se lleva el umplugged.

Dos visiones opuestas de las fiestas coruñesas

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