Vidas normales cuando se cuelga el traje de político


RESULTA cuando menos curioso lo extraño que resulta ver a los políticos haciendo cosas de personas normales. Tal vez sea porque los focos mediáticos solo se fijan en su vida “civil” durante la jornada de reflexión y eso sucede (si el “no es no” de Sánchez no lo vuelve a impedir), cada cuatro años. Por eso, ver a Alberto Núñez Feijóo tomando un café mientras charla con Fernández Albor es extraño, aunque seguro que el presidente de la Xunta se toma más de un café con sus amigos a lo largo de la semana. O encontrarse en la plaza de abastos a Ana Pontón y a Xoaquín Fernández Leiceaga también resulta atípico, sobre todo porque esta vez no lo hicieron con folletos en la mano y pidiendo el voto. Y, la verdad, es que menos mal que solo nos colamos en su día a día una vez cada mucho tiempo, porque, la verdad, su modo de pasar las horas previas a la cita con las urnas tampoco es que se pueda definir como muy seductora.

Vidas normales cuando se cuelga el traje de político

Te puede interesar