Una vida sin trabajar

ADRIANA Lastra, toda una nini intelectual –sus estudios se reducen a unas nociones de antropología–, se ganó la vicesecretaría general del PSOE gracias a sus habilidades culinarias. “Come, neniño, come, que estás creciendo”, le decía a Pedro “La sonrisa” Sánchez cada vez que llegaba con los tuper con fabada y con cachopo para que se recuperase del esfuerzo de las carreritas matinales que se pegaba embutido en unas mallas durante su gira en busca de votos primarios. Tras la resurrección, le tocó a él corresponderle y le dio esa vicesecretaría. Ella está tan feliz con ese cargo como los españoles con que lo ocupe, ya que cada vez que abre la boca ofrece un espectáculo. Al hilo del escándalo de la tesis de su jefe afirmó hace unos días: “¿Trescientas palabras o quinientas palabras que no llevan comillas es un plagio? ¡Anda, por favor!”. Pero ese fin de semana se superó; presumió en la tele de lo mucho que había trabajado desde los 14 años y cuando le preguntaron en que había trabajado se negó a contestar, porque eso pertenece a su vida privada. Vamos, que non traballou na vida

Una vida sin trabajar

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