Una obra que no está ni se la espera

HASTA Martiño Noriega, paradigma de eso que han dado en llamar formaciones emergentes tuvo tiempo para ir a la inauguración de la ampliación de la autopista en Santiago. Cinco magníficos carriles para evitar los colapsos en los que un día sí y otro también se veían, irremediablemente, miles de conductores. Y dejó caer palabras de elogio para la infraestructuras, matizadas por sus críticas al incremento de los peajes. En Vigo, los habitantes de aquella zona ya saben lo que es contar con un carril más en cada sentido en el puente de Rande, ese monumento de la ingeniería que ahorra muchos miles de kilómetros al año a los conductores que tienen que cruzar la ría. En A Coruña, sus habitantes esperan que la Marea entierre de una vez ese proyecto de árboles, carriles pintados de rojo y pasos subterráneos para las ranas y las salamandras y de una vez por todas se amplíe Alfonso Molina. Unas obras aceptadas en el mismo momento que las otras pero de las que, gracias a Ferreiro y los suyos, no hay noticias aún. FOTO: Alfonso molina, cómo no, colapsada | aec

Una obra que no está ni se la espera

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