Una exacta descripción

MENUDA suerte tiene Oriol Junqueras, el presunto hermano gemelo de Miguel Durán, el de la ONCE, con que el juez haya decidido mantenerlo confinado en la trena. Allí lleva una existencia la mar de tranquila y puede dedicar las 24 horas a su plan de vida favorito: ora et labora, es decir, a combinar las alabanzas al Señor y la Virgen de Montserrat con la redacción de su obra cumbre, “Cartas desde mi celda”. Vamos, que es un hombre casi santo al que en El Vaticano seguro que no verían con malos ojos si acabase como embajador de la República Catalana cerca de la Santa Sede. Todo lo contrario de lo que ocurre con Puigdemont. La justicia alemana lo presenta casi, casi como la madre Teresa de Calcuta, pero la realidad es bien distinta: ni el hábito le sienta nada bien ni sus actos son ejemplares. Felipe González, que de análisis político sabe un rato, lo ha descrito con exactitud: “No es un exiliado, es el capitán del Costa Concordia”, aquel marino que fue el primero en abandonar el barco cuando embarrancó.

Una exacta descripción

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