Una cola que no molesta hacer

Una cola que no molesta hacer

como seres incoherentes que somos, echamos pestes cada vez que tenemos que ponernos a la cola en la caja del supermercado o en la ventanilla del banco, pero no nos duelen prendas en levantarnos a las ocho de la mañana un día festivo y aguantar bajo la helada de un 6 de enero para conseguir un roscón de Reyes. Hasta dos y tres horas somos capaces de aguantar a pie firme a las puertas de la pastelería sin decir un “ay”. Pero que no tarden en servirnos la caña en el bar, que nos vamos indignados. Hay que ver cuánta dedicación a un brioche. Por más que tenga una figurita de premio dentro. FOTO: el objeto de deseo | aec

Una cola que no molesta hacer

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