Un símil muy negro

Irene Lozano intentó durante mucho tiempo ser un clon de Rosa Díez. Era la época en la que molaba ser de UPyD y ella confundía a su jefa con un pirulí al que no podía dejar de dar lambetadas de lo deliciosa que estaba. Cuando el proyecto empezó a estar amenazado de cierre, se reveló como una experta en urdir conjuras y después, muerta la esperanza rosa, se pasó al PSOE, contra el que tantas veces arremetió como lo haría un autómata programado para destrozar al enemigo. Cambiar de opinión es perfectamente lícito; un cura puede secularizarse; la Magdalena era lo que era y acabó siendo santa... pero hay veces en que travestirse de la noche a la mañana chirría de más. Pedro “La sonrisa” Sánchez  le agradeció el cambio de chaqueta elevándola a secretaria de Estado de la España Global e invistiéndola como negra literaria. Tanto honor la tiene descolocada y en una entrevista a una televisión británica comparó votar en un referéndum ilegal –Cataluña– con tener sexo sin permiso. Lo que puede salir de su pluma si la Generalitat le encarga una versión del kamasutra.

Un símil muy negro

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