Un beso es para siempre

¡AY, aquel beso!, ¡cómo marcó a Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias! Aquel que le dio en el Congreso Xavier Domenech, o, mejor dicho, que se dieron ambos, porque con estos de los círculos concéntricos hay que andar con mucho cuidado con esas cosas del machismo. No fue un beso apasionado como el de Iker Casillas a Sara Carbonero en el Mundial de Sudáfrica, ni un beso transgresor como el de Madonna y Britney Spears. Fue un beso comunista, como el de Brezhnev y Honecker, pero en versión 3.0; tanto les gustó que meses después repitieron durante un mitin en Barcelona. En ninguno de los dos casos hubo lengua, fue un piquito, pero los ha unido para siempre o al menos hasta ahora, porque Iglesias ha decidido acabar con el sueño español de Albano Dante Fachín, intervenir Podemos Cataluña y entregárselo a Ada Colau y a Domenech. Y es que ya lo dijo, lo cantó, Bisbal: “Y sigo esclavo de sus besos”. El día que uno de los dos haga la cobra será otra cosa, pero por ahora todo va bien.

Un beso es para siempre

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