El truco del almendruco no cuela

YOLANDA “la Yoli” Díaz formaba una agarimosa pareja de hecho –de hecho político, ¡eh!– con el ya octogenario Beiras –entonces aún no lo era– que cerraba todas sus comparecencias con un bico. Ella decidió romper la relación con el nacionalista del pelo crecho, porque quería conocer mundo y se marchó a Madrid, donde encontró acomodo en el Congreso. La recuperación de la soltería y el exilio en la capital del reino llevaron consigo la apertura del testamento, en el que legó a Eva Solla o fouciño e o martelo dourados que corresponden a la matriarca de los comunistas enxebres. Y vaya por Dios o por Stalin, como prefiera cada uno, ¡menuda heredera!, piensa que vive en un mundo de parvos. No se le ha ocurrido mejor cosa que jurar y perjurar que Yolanda Díaz va de número uno por Pontevedra para “garantizar la continuidad de su trabajo en el Congreso”. ¡Ja, ja, ja! La risa no se debe a que sea una vaga y lo de su trabajo suene a chiste, sino que ocupa ese puesto porque así lo decidió la dirección de Podemos.

El truco del almendruco no cuela

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