La sonrisa que se volvió seriedad

QUÉ sonriente estaba Irene Montero el día que presentó en el registro del Congreso la moción de censura y qué seria se ha puesto al saber que el debate empezará a las nueve de la mañana. Lógico que se haya enfadado; conseguir un escaño en el Congreso, cobrar siete mil euros del ala al mes, llegar a primera dama podemita –por cierto, ha sufrido una sobrecogedora clonación dialéctica con Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias– y tener que madrugar... Para eso es mejor ser perroflauta de verdad y acostarse a la hora a la que se levantan millones de españoles para ir a trabajar. FOTO: irene montero, sonriente | aec

La sonrisa que se volvió seriedad

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