La solidaridad tiene sus límites

La cuposa Anna Gabriel las está pasando canutas para poder seguir viviendo en su condición de autoexiliada de nada (no hay que olvidar que la imputación que le hace el juez y por la que se fugó del país jamás conlleva pena de cárcel). La cuestión es que la del flequillo reformado se ha dado cuenta de que su nivel de vida en Suiza dista mucho del de Sallent de Llobregar, su pueblo natal, por lo que no deja de pedir dinero para seguir en el país de Heidi. Sus paisanos algo le mandaron, pero empiezan a estar cansados de tanto abrir la cartera, por lo que, a lo peor, la antisistema tiene que dejar su piso de 5.000 euros al mes.

La solidaridad tiene sus límites

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