Sánchez elige cada día más sus auditorios

anda Pedro Sánchez en la trabajosa tarea de convencer a los bancos de que asuman, vía impuesto especial, el roto que tiene España en la hucha de las pensiones. Y está tan ocupado que ya no busca multitudes a las que encandilar con su verbo fácil. Lejos de ello, se conforma con reunir a unos cuantos cientos de cargos del partido y soltar su arenga. Es normal que se esté midiendo, ya que tras sus polémicas decisiones, como la de apoyar la revisión de la ley de prisión permanente revisable, no es que su popularidad ande por máximos. El efecto de su victoria en las primarias se diluyó ya como un azucarillo en café caliente y como se vio en su visita a la ciudad de A Coruña, solo los más fieles aplauden con fruición sus intervenciones. Hasta la vieja guardia del PSOE aprovecha cualquier excusa para hacerle la cama y buscan algo que hacer y que ocupe sus agendas para evitar salir con él en la foto, como sucedió con ese invento de la Escuela de Gobierno.

 

Sánchez elige cada día más sus auditorios

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