Los retratos posteriores a la muerte de Rita Barberá

CUALQUIER persona fallecida, incluso auténticos malhechores, merece un respeto, de ahí que algunas de las reacciones a la muerte de Rita Barberá describan perfectamente a quienes las secundaron. Es el caso de Pablo “Viva la Gente” Iglesias y su corte de diputados de Ni Unidos Podemos, incluidos los de En Marea, originariamente un espacio multicultural hispano-galaico y ahora sabe Dios qué. Su decisión de abandonar el Congreso cuando se guardaba un minuto de silencio por la senadora es tan elocuente que ni vale la pena calificarla. En cambio, el comportamiento de Aznar sí merece un calificativo y, desde luego, no muy bueno, porque afirmar que lamenta que “haya muerto siendo excluida del partido al que dedicó su vida” lo deja en muy mal lugar, ya que él pertenece –o pertenecía, porque desde que su políglota esposa y el resto de su familia se han convertido en votantes de Ciudadanos ya no se sabe de quen ven sendo– a ese mismo partido. ¡Qué valor tiene a veces el silencio!

Los retratos posteriores a la muerte de Rita Barberá

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