Rajoy resuelve las dudas sobre su parentesco con los alcaldes trivagos

 


OTRO mito que se desmorona. Resulta que Rajoy, el non grato en Pontevedra y muy grato en Guadamur, no es un vago. Tanto insistió la laboriosa izquierda en que era un perezoso que hasta los alcaldes trivagos estudiaron su árbol genealógico para saber si compartían algún gen. Aún no tienen la confirmación definitiva –la endogamia gallega le endosa a cualquiera un pariente en el momento más insospechado–, pero a la vista de que el presidente en funciones ya ha preparado el calendario de su investidura va a ser que no, que cada uno es de su padre y de su madre. El caso es que Rajoy se lo ha currado; calladito, sin actuaciones teatrales, ha ido avanzando y es posible que a principios de agosto concluya la situación de interinidad que arrastra el país desde diciembre. Y, además, para escarnio de los biempensantes, ha tenido tiempo de leer el “Marca”.

 

Rajoy resuelve las dudas sobre su parentesco con los alcaldes trivagos

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