Unos radares que solo sirven para poner multas


CADA vez que los señores de la DGT instalan un radar de tráfico aseguran que lo hacen por el bien de los conductores. Se trata de evitar que haya accidentes debido a que, sin control, los españoles adoran pisar el acelerador. Esta máxima, repetida como un mantra, se viene abajo en A Coruña, donde la colocación de controles de velocidad no ha servido para reducir la elevada siniestralidad que registran vías como Alfonso Molina o A Pasaxe. Sin llegar a esa máxima que repiten algunos expertos de que las multas por exceso de velocidad son una especie de impuesto encubierto que aplica Tráfico para ayudar al mantenimiento de las arcas del Estado, la realidad demuestra que, al menos en el caso de A Coruña, la realidad es muy diferente. Sin ir más lejos, el escáner que existe en la zona de Palavea impone una media de 46 multas diarias. Una cantidad económica nada despreciable que sale del bolsillo de los conductores.

Unos radares que solo sirven para poner multas

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