Una promesa para intentar que el Dillo ti no sea un fracaso

SUENA la ciberfanfarria –hasta puede que sea la gaita de Luís Villares sintetizada–, al fin, vuelve el Dillo ti –que a min me dá a risa–. Había mono de espectáculo en A Coruña; desde el día 3 de diciembre la Marea, nasía pa’ganá, no desplegaba su aparato de propaganda. El lugar elegido para el primer bolo de 2017 es Los Rosales –As Roseiras, como le llama la xente do común–, un barrio poco propicio para los mareantes, solo hay que recordar que la pseudopeletera Silvia Cameán inició allí la turné de presentación de la renta social y lo hizo ante un auditorio tan multitudinario como el que forman trece personas. A ver si va a ser ese número la causa del rotundo fracaso de lo que iba a ser unha ferramenta para medrar y ha acabado siendo unha ferramenta desastrosa. Claro que como esta vez el elenco artístico incluye a Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, hay que crear las condiciones para tratar de evitar otro fiasco. Nada mejor que prometer una inversión de 200.000 euros para cubrir la plaza Elíptica. Eso se llama jugar con ventaja y más en un barrio que está marginado desde la sesión de investidura del alcalde.

Una promesa para intentar que el Dillo ti no sea un fracaso

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