La predisposición de Carles Puigdemont al diálogo

LOS romanos eran unos tipos muy raros; tanto que hablaban en latín –una lengua que solo entendían ellos y los curas– y se dedicaban a largar sentencias para la posteridad y muchas de ellas disfrutaron de esa larga vida. Por ejemplo, la que idearon como base de cualquier negociación: do ut des (doy para que des). Carles Puigdemont no habla latín sino catalán, el mejor carné de modernidad que se puede tener en España, y, por lo tanto, sus pautas para negociar son contemporáneas. Nada de cesiones por ambas partes; solo una de ellas tiene que hacerlo. “O referéndum, o referéndum”, si el Estado no pacta la convocatoria, lo convoca él por su cuenta. O sea, lo que por aquí se llama sentidiño y por allí seny, pero al revés.

La predisposición de Carles Puigdemont al diálogo

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