Pontón reniega de la clásica armonía do país

Ana Pontón, el rostro humano del Beneguai, está siempre vigilante, como los peones que acompañan a los matadores de toros. No se le pasa una; en cuanto ve que hay oportunidad, se luce con un quite artístico –en su pueblo, Sarria, hay una larga tradición taurina–. Está centrada en la colocación de ladrillos para levantar la nueva casa común de los nacionalistas de la nazón de Breogán –¡cuidado con el feísmo y con poner un somier como cierre de la finca!–, pero aún le da tiempo de arremeter contra “el bipartidismo armónico del PP y el PSOE” –de eso ya hablaban los coroneles de la UPG, ella es upegalla pero é noviña, cuando eran alféreces– al que “ahora se suma Podemos” –el sector vintage no podía referirse a los círculos concéntricos, ya que en sus tiempos de mocidade no existían, así que es evidente que esa apostilla es genuina de Pontón–. Potaje, pues, de la vieja y la nueva cosecha. Habrá que ver si le vale para que en las elecciones le den alguna estrella Michelin, pero parece complicado.

Pontón reniega de la clásica armonía do país

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