J.C.D. nació en Talavera de la Reina, pero podría haberlo hecho en cualquier otro lugar del mundo, aunque, claro, desde su pueblo lo tiene más fácil para llegar a Lugo que si viviese en Johanesbugo. Y efectivamente hasta la ciudad de la muralla se fue; entró en un banco y le pidió al subdirector varios cambios de billetes al mismo tiempo que le daba palique. Estuvieron charlando un rato, al cabo del cual J:C.D. se marchó de la sucursal. Aquello no le olía bien del todo al empleado de la entidad y al final de la jornada el cheiro era insoportable, faltaban 70 euros de la caja. La estafa había sido perfecta, bueno, casi del todo porque a J.C.D. lo trincaron. FOTO: una mujer, en un cajero | aec