Otra grave prueba de dejadez

RECIÉN llegada la Marea, nasía pa’ganá, al poder, un concejal que representaba al alcalde en un partido ya se disponía a abandonar el estadio a la conclusión del primer tiempo puesto que creía que había acabado el encuentro. Si Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, acérrimo futbolero, no hubiese delegado, además de ahorrar el ridículo a su compañero, quizá hasta se hubiese dado cuenta de que las cubiertas de Riazor estaban hechas un asco. Pero, claro, tampoco era cosa de ir al palco tan pronto. Desde entonces ha pasado más de un año y medio, y los tejados no han dejado de deteriorarse hasta que ayer salieron volando. El ridículo ha sido terrible, pues no solo ha sido la fuerza del viento la que provocó los destrozos sino también, y en mayor medida, la inoperancia de la xente do común –¡qué raro, verdad!–. Y lo peor es que hasta 2018 –y está empezando 2017– no hay previsión que se inicie la reparación. Tal vez para entonces el Deportivo ya descendió varias categorías por no haber podido jugar ni un solo partido en casa. Pues menor mal que el alcalde es acérrimo futbolero y socio blanquiazul, porque si no... 

Otra grave prueba de dejadez

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