Occidente mira para otro lado


TURQUÍA se ha convertido, por obra y gracia de los dirigentes europeos que querían dar una salida rápida a la crisis de los refugiados, en esa especie de desván en el que se van guardando todas las cosas que no se quieren ver en la casa y en el que, al final, da miedo entrar. Ahora, Europa asiste a la brutal represión con la que Erdogan y los suyos están reprimiendo el intento de golpe de estado y mantiene un cómplice silencio con la purga que los islamistas del presidente están realizando en las instituciones del país. Tan crecido está el mandatario que hasta se atreve a amenazar a Estados Unidos, de quien, curiosamente, es aliado privilegiado a través de la OTAN. Es decir, que Occidente no sabe qué hacer con la crisis abierta en el país euroasiático y prefiere mantener un aliado fiel, aunque para ello tenga que cerrar los ojos y asistir a un espectáculo que se puede definir de muchos modos, pero en ningún caso entraría en esa definición la palabra democrático.

Occidente mira para otro lado

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