Una nueva lección del rey, esta vez desde la propia Cataluña

la presencia de la Familia Real en Cataluña fue, no podía ser de otro modo, aprovechada por los independentistas para montar una vez más su show. Pretendían boicotear la entrega de los premios Princesa de Girona y casi lo consiguen. Lo lograron con unos cuantos invitados, a los que insultaron, atosigaron, zarandearon y presionaron para que desistieran de su intención de asistir al acto. Una actitud fascista, de absoluta intransigencia y de falta de respeto a quienes no piensan igual.

Por supuesto que hubo quema de fotografías del monarca, pero es algo habitual cada vez que se juntan cuatro enmascarados que se creen poseedores de la voluntad de todo un pueblo.

Curiosamente, mientras eso sucedía fuera, en el interior del Palacio de Congresos, el rey volvía a tender una mano a quien acostumbra a rechazársela y, en un discurso en catalán, hablaba de unir y no de separar, de aunar y no de romper. Un mensaje que, por supuesto, no habrán entendido quienes pretenden, incluso violando la ley, imponer su voluntad al resto de ciudadanos.

Por mucho que lo intenten seguro que no comprendieron las palabras de Felipe VI cuando aseguró que “las fronteras hoy las marca el conocimiento”. Habrá quien quiera ver esas palabras como un ataque al independentismo cuando, en realidad, es el reflejo de un mundo que hace tiempo que supero los límites geográficos y se hizo global, por mucho que quien solo se mira el ombligo jamás sea capaz de comprenderlo.

Lo peor es que, tras lo visto ayer, crece el temor ante lo que pueda pasar el próximo sábado, jornada de reflexión, y el domingo, día de las votaciones. Nadie duda de que los secesionistas no tienen intención de respetar el derecho fundamental de los ciudadanos de poder votar a su opción en libertad