Un negocio inmobiliario de proporciones siderales

A Pedro Duque, el ministro astronauta o el astronauta ministro, que aún no está muy claro qué es, no le va bien en su misión en la Tierra. Parecía un angelito –¿los habrá visto durante alguno de sus viajes estelares?–, pero ya se ha comprobado que es tan humano como el resto de los miembros del Gobierno. La niebla envuelve su proceder; la compra de dos viviendas, una en Madrid y otra en Javea, no cheira bien del todo. Él se defiende, lógico, y niega que constituyese una sociedad para ahorrarse impuestos. Es más asegura que fue el notario quien le recomendó que recurriese a ese instrumento jurídico para ahorrarse problemas y facilitar los trámites para alquilar los inmuebles. Hasta puede que sea verdad y que todo sea legalísimo, pero nadie puede negar que suena a negociazo sideral.

Un negocio inmobiliario de proporciones siderales

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