El nacionalismo se juega la posibilidad de perder su voz


EL nacionalismo gallego volvió a mostrar un año más músculo aprovechando la festividad del Apóstol que, para ellos, vaya el laicismo por delante, se trata del Día da Patria Galega. Sea de un modo u otro, miles de personas participaron en esa particular romería política que consiste en recorrer las calles de Santiago, asistir al mitin y luego perderse por las rúas buscando el fresco y algo que llevarse a la boca. Tal vez por la proximidad de las elecciones, en esta ocasión no hubo unidad, y cada uno puso sus pancartas en un lado por aquello de que los despistados no se confundan. La lideresa del Bloque, Ana Pontón, aprovechó para pedir el voto. Un gesto normal si se tiene en cuenta que el BNG, por un lado, y el nacionalismo, por otro, se la juegan en las próximas elecciones autonómicas. El Bloque porque tiene que remontar los pésimos resultados de los últimos comicios. El nacionalismo gallego porque corre el riesgo de quedarse si voz y la poquita que tenga, que se diluya entre el discurso de los emergentes.

El nacionalismo se juega la posibilidad de perder su voz

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