Moderación contra la plaga del picudo

Es de sobra conocido que la concejala de Bienestar Vegetal, María García, biotopo pata negra, sufre un desarreglo del comportamiento que es justo la antítesis del síndrome de Diógenes. A ella no le gusta acumular basura en su casa, sino que le encanta que esté espallada pola Coruña adiante. Su despreocupación polo lixo es similar a la que siente por la flora. Le encanta que la ciudad esté a monte y todo lo más matar las malas hierbas –hierbas espontáneas, dice ella– con vinagre, con lo que en cuanto un coruñés pasea por una zona verde tiene la impresión de que se ha caído en una ensaladera. Pero entre tanta indolencia se ha encontrado con que el ácido acético no es un arma suficiente para acabar con la plaga del picudo rojo que se está zampando el palmeral de Méndez Núñez y ha reaccionado. No es que haya recurrido a la yihad del eucalipto, ese grupo que parece formado por tipos que se inflan a anabolizantes y tienen unos brazos como los muslos de una persona normal que de un solo tajo tronchan árboles. No hay que exagerar, la concejala sigue al pie de la letra la biblia de la xente do común y responde con sosiego al escarabajo asesino: lo combatirá con una plagucida de baja intensidad. Si hubiese un entomólogo entre los abajo firmantes, seguro que montaba una terrario.

Moderación contra la plaga del picudo

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