DESDE que renunció a la presidencia de honor del partido al que condujo al deshonor más absoluto, pues durante su imperio fue cuando la corrupción se desbocó y se metió a lobista, con “b”, no con “v”, o sea, no será un depredador de mujeres, sino un depredador de voluntades, Aznar tiene mucho tiempo libre y se aburre tanto que en vez de tomarse una cup de café con leche, como diría su políglota esposa, le toca las narices a Rajoy. Su última hazaña ha sido sentenciar: “El secesionismo catalán interpreta los silencios del Gobierno como síntomas de debilidad”. Como él hablaba catalán en la intimidad·no había forma de cogerlo en un silencio.