La lucha por el martirio

SER mártir es todo un honor siempre y cuando el desenlace del sacrificio no sea tan violento como el que sufrían los cristianos en Roma. El flamenco Puigdemont y Oriol Junqueras, el presunto hermano de Miguel Durán el de la ONCE, lo saben y compiten por el título de mártir más mártir de todos los mártires de la república. El expresidente de la Generalitat lo hace desde cafeterías y juzgados de Bruselas, incluso con 200 alcaldes independentistas ejerciendo como hoolingans, y asegura solemne: “Todos sabemos que podemos acabar en prisión”. “¡Vaya si lo sabemos!”, habrá pensado el líder de Esquerra Republicana, al conocer la declaración de su antiguo jefe. Lo sabe tan bien que él ya está en la cárcel, una cárcel VIP, eso sí, pero cárcel, al fin y al cabo. El duelo es, por lo tanto, desigual, pero por ahora va ganándolo el exvicepresidente del Govern, que en cuanto se haga unos tatuajes carcelarios y pierda unos kilos se convertirá en el principal favorito de todas las casas de apuestas.

La lucha por el martirio

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