La Goodall del amarillo

ADA Colau, el último capricho de la burguesía catalana, es un ser poliédrico con tantas caras que es imposible descubrirlas todas: activista antidesahucios, alcaldesa, mecenas de okupas, separatista, paracaidista electoral, emisora de moneda, rebautizadora de calles, impulsora del Ejército de Catalunya, sectaria con las víctimas del terrorismo, promotora inmobiliaria de mezquitas, chanchullera con los alquileres, enemiga de los cruceros, perdedora de cuestiones de confianza, ferviente practicante del postureo, ignorante supina... y ahora también amarillista. No, no es que le dé por escribir en la prensa sensacionalista, sino que defiende ese color con el mismo ahínco que Jane Goodall a los simios. “Yo no soy independentista, pero llevo la rosa amarilla porque se está prohibiendo el color amarillo”, confesó con motivo de la festividad de San Jordi. Habrá que hablar rápidamente con el embajador de China no vaya a ser que se esté preparando una matanza de sus compatriotas y aún no nos hayamos enterado.

La Goodall del amarillo

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