La herencia que nunca dejó Franco

ALLÁ por 1943 no existía photoshop. Ni falta que hacía pues no había ordenadores, al menos en la España de la posguerra. En la casa de la moneda se acuñaban las monedas después de un laborioso trabajo artesano con unas herramientas diminutas, propias de la Señorita Pepis. Así salñió una peseta que a Franco no le gustó nada y mandó corregir para modificar el cuello, un ojo y la papada. Ahora cada una de esas monedas retiradas de la circulación vale más de 3.000 euros. Qué bien le vendría tener algunas de ellas a Carmen Martínez-Bordiú, nieta del dictador, que ha sido condenada a pagar medio millón a Hacienda.

La herencia que nunca dejó Franco

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