La grave amenaza de la paz social ferrolana

ANDA atareada estos días la Policía ferrolana con la ola de robos –por ahora no es más que una ondiña, pero los sabuesos temen que acabe en tsunami– que asola la ciudad. Primero volaron sesenta jamones de una charcutería del mercado de Recimil; después el Niño Jesús del belén municipal. Tras el primero de los golpes un agente reclamó los datos de procedencia de los perniles de los cochos. Si se trataba de porco celta, había que centrar la investigación en las peñas del Deportivo. Sus sospechas morreron al instante siguiente: se trataba de pata negra. El autor del segundo robo cayó cuando ni siquiera se había alejado del lugar de los hechos, pero ni su identidad ni su procedencia han trascendido, lo que ha llevado a que en las redes sociales se especule ya con todo tipo de conspiraciones. La que más eco ha tenido es la que señala a los naroneses como los perturbadores de la paz social ferrolana. Peligro, mucho peligro tendría que así fuese, porque ya se sabe los conflictos de lindes suelen acabar en ríos de sangre. FOTO: el niño jesús robado | aec

La grave amenaza de la paz social ferrolana

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