Una gracia ante la que solo se pueden poner caras serias

Una gracia ante la que solo se pueden poner caras serias

UN chistiño es un chistiño. La reacción ya es cosa diferente; puede provocar una sonrisa o una carcajada. Incluso una cara seria por no haberlo entendido o por ser un sieso. Pero lo de los okupas de la Comandancia de Obras ha ido un poco más allá del chistiño. Sus ejercicios de puntería, utilizando como dianas unas fotografías de Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, y parte de su corte de mareantes, a quienes acompañaban las imágenes de otros iluminados de la renovación de la política, no tiene ninguna gracia. Sonaba a tiro al blanco de verbena de pueblo, en el que se sustituía la escopeta de balines, tan de la casta tradicional, por unas estrellas arrojadizas, que los antisistema deben tomar por armas muy insumisas, pero que forman parte de la milenaria casta japonesa. Seguro que las prácticas provocaron risas entre los lanzadores, risas muy similares a las que hasta ahora ha dedicado la Marea, nasía pa’ganá, a sus actividades y a las que ya hay que ir poniendo fin, porque en juego hay un proyecto del que se beneficiarían muchos coruñeses. FOTO: acceso a la insumisa comandancia de obras | aec

Una gracia ante la que solo se pueden poner caras serias

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