Los extraños dolores de un árbitro de fútbol

Ais Reig es árbitro de fútbol como podría haberlo sido de hockey sobre hielo o de cricket, porque no tiene ni idea de lo que ocurre sobre el terreno de juego. Como las zancadillas no le duelen, deja sin castigar con tarjeta amarilla entradas que como poco merecerían esa sanción. En cambio, cuando un futbolista le protesta, se siente profundamente ofendido e amósalle o cartón vermello. Que se lo digan a Borja Valle, que el sábado se comió un codazo en Córdoba e instantes después una roja. Natxo González no vio la cartulina, porque a los entrenadores no se les muestra, pero también lo mandó a la caseta por quejarse. “¡Esto es un cachondeo, siempre igual, vaya tela!”, se lamentó el técnico del Deportivo. Le van a caer unos cuantos partidos, lo mismo que al delantero berciano. Al colegiado no le sucederá nada. Incluso hasta puede que pite en la próxima jornada. Para él, sería un premio tras su lamentable actuación en Córdoba; para los equipos que lo sufran, una verdadera desgracia.

Los extraños dolores de un árbitro de fútbol

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