El estoupido camina hacia un proceso revocatorio

MAL, cada vez peor, se le están poniendo las cosas a En Marea, originariamente un espacio multicultural hispano-galaico y ahora sabe Dios qué. Hay más tensión en su interior que en una torreta de Fenosa y todo porque los métodos del ideólogo de la cosa, Iago Martínez, el Rasputín de Teis, se han revelado como una inutilidad absoluta. Ellos siguen aferrados a su simple tautología –“La confluencia es buena. ¿Por qué es buena la confluencia? Porque es buena”– y el partido instrumental está a punto de estallar. El exjuez y virtuoso de la gaita y la zanfoña Luís Villares los ha chuleado a todos, se ha montado su isla de poder y manda más que nadie. Los satélites mayores –Anova, Esquerda Unida, Podemos– y los menores –desde la panda de López Rico hasta los que no tienen ni nombre– colaboran para que la debilidad sea cada día mayor, pues ya se han ido colocando y todo les da igual. El carguiño es el carguiño. Ahora a los críticos les ha dado por exigir la renovación del consello mareante y amenazan incluso con un proceso revocatorio. El estoupido está cada vez más cerca.

El estoupido camina hacia un proceso revocatorio

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