La elocuencia de una distancia que cada vez es mayor


XULIO Ferreiro no nació para ganar elecciones, que es lo peor que le puede ocurrir a quien de repente se le ocurre que quiere ser político. Que le suceda a un pescador, a un mecánico, a un ingeniero de caminos o a un piloto de aviación no tiene la menor importancia, pero cuando se trata de un político, aunque sea aficionado, es preocupante y más cuando las derrotas son cada vez más apabullantes. En las municipales, cuando salió elegido alcalde, perdió por 28 votos, o sea, casi se puede hablar de empate; seis meses después, en las generales de diciembre, la ventaja del PP sobre la Marea se amplió en A Coruña a un millar de papeletas; pasado otro semestre, en las legislativas de junio, ya fue de 13.000. Anoche, la distancia siguió ese crecimiento exponencial y llegó hasta casi 24.000 apoyos. Todo un récord que solo se consigue con una gestión nefasta. Enhorabuena, pues, a tan eficiente alcalde.

La elocuencia de una distancia que cada vez es mayor

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