El fuego purificador

AL tierno herbicida Pablo Echenique –“soy muy del amor y esas cosas, pero la mala hierba hay que extirparla”– se ha caído –otra vez más– con todo el equipo. Adicto como es a Twitter, tiene que meter la cuchara en todo cuanto acontezca en el mundo mundial. Se indignó por el hecho de Susanna Griso entrevistase a una mujer a la que había atacado los independentistas. En realidad la atacaron a ella y al resto de su familia, pues trataron de prender fuego a su casa, porque del balcón colgaba una bandera de España. El secretario de Organización de Podemos se desbocó  y aseguró en un edificante tuit que la mujer era mala, malísima y pertenecía a una hermandad nazi, así que estaba muy bien lo que le había ocurrido. Desde luego, pertenecer a una hermandad nazi no es para estar orgulloso, pero de ahí a justificar la violencia... Hacerlo sí que suena a nazi, pero muy nazi; porque quemar a los que no piensan como tú no es muy democrático que digamos, aunque tal vez Echenique tampoco sea muy democrático. 

El fuego purificador

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