El dalai lama es catalán

VAYA lío de religiones debían de tener en casa de los Pujolone o los Ferrusolone –el nombre de la familia va a gusto del lector–. A ver quién sabía si el domingo había que ir a misa de doce a la abadía de Montserrat y después, de aperitivo, un priorato con unas olivas o hacer un viaje hasta Shangri-La –con el 3% había pasta de sobra en aquella casa para comprar un jet privado– para encender unas velas en honor de Buda y beber un vasito de leche de yak acompañado con una tapa de arroz tres delicias. Así quedó como quedó el pobre Oleguer, el benjamín de la familia, que no ve a su padre como al dalai lama y a su madre, como ella misma se define, como la madre superiora de un convento. Desde luego, si al exhonorable se le rapa el coco y se le pone una túnica rojiza podría pasar si no por el dalai lama, sí por un monje tibetano –o andorrano, que queda un poco más cerca y también hay mucho monte por allí–, pero que venga ahora Oleguer a decir que papi es un mártir tan grande como el líder espiritual budista...

El dalai lama es catalán

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