Una disfunción de puño y letra

Está claro que el material didáctico de los estudiantes de Medicina en Escocia tampoco incluye los cuadernos Rubio –Blonde, se llamarían allí–, pues una vez licenciados y cuando ya pueden firmar recetas su letra es tan ininteligible como la de los doctores españoles. Que se lo digan a una mujer de Glasgow a quien el oculista le prescribió un colirio para la conjuntivitis. Acudió a la farmacia y allí le dieron una crema para la disfunción eréctil, pues eso interpretaron que decían los garabatos del oftalmólogo. Los ojos no se pusieron enhiestos, pero las molestias le hicieron pasar unos días duros, muy duros.

Una disfunción de puño y letra

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