del dinero se suele decir que no tiene bandera. Con esta frase se justifica que haya millonarias inversiones en países cuyos gobiernos sean cualquier cosa menos recomendables y que, a la hora de ganar, nadie se sienta un patriota. De igual modo, también se afirma que es miedoso y, ante la posibilidad de un problema más o menos importante, es el primero en huir del barco, como las ratas. Y eso es lo que está pasando en las bolsas europeas desde que las cifras del coronavirus han comenzado a disparase. El rojo se ha adueñado de los parqués y los dueños de los billetes buscan otros lugares en los que la estabilidad esté más asegurada. Es también el primer síntoma de que está empezando a venírsenos encima una de esas gordas.