Diez años para hacer justicia se convierten en una gran injusticia

Diez años ha tardado en cerrarse el culebrón montado a cuenta de la supuesta malversación de fondos de la Fundación Cela. Un caso que sentó en el banquillo a la viudad del premio Nobel, Marina Castaño; al exconselleiro de Presidencia, Dositeo Rodríguez; a su hija, Covadonga, que era subdirectora de la entidad cultural, y al que fue su gerente, Tomás Cavanna. Diez años de idas y venidas de los juzgados de Padrón y Santiago para que al final, los jueces hayan determinado que el despido del gerente fue real. El problema radica en todo el tiempo que el nombre y la reputación de estas personas ha estado puesto en entredicho por una Justicia que deja de serlo cuando eterniza los procesos, convirtiendo a los imputados en víctimas por partida doble.

Diez años para hacer justicia se convierten en una gran injusticia

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