Cuando el pecho ya no llega para ponerse tantas medallas

Cuando el pecho ya no llega para ponerse tantas medallas

como en las noches electorales, en la que todos los candidatos comparecen ante los medios asegurando que los resultados obtenidos son magníficos aunque no les hayan votado ni sus cuñados, cada vez que se hacen públicos los datos del paro hay, cuando menos, dos lecturas. De un lado están los que gobiernan, para quienes, sin lugar a duda, son estupendos. Luego están los de enfrente, que los consideran absolutamente siempre nefastos. Se podrían añadir más grupos, como el de aquellas personas que están desesperadas porque no encuentran un trabajo, para quienes lo de menos son las estadísticas. Incluso, yendo un poco más allá, se puede también hablar de todos esos que, pese a tener alguna responsabilidad en la marcha del empleo, escurren el bulto cuando las cosas van mal (habitualmente apuntando hacia arriba) y, cuando van bien, no tienen pecho suficiente para ponerse medallas. Eso es más o menos lo que pasa en A Coruña, donde los mareantes, que tienen la ciudad paralizada, cada vez que el paro sube culpan al Gobierno y, cada vez que se reduce, hablan de su gran trabajo por el empleo. Una coña. FOTO: entrada a una oficina de empleo | aec

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