Como la canción de Los Manolos

FELIPE González se cansó de repetir en vida –política, eh– que nunca sería un jarrón chino. Y no lo es; es más, para qué querría serlo si su cuenta corriente desde que se jubiló como presidente del Gobierno ha engordado más que si hubiese subastado en Sotheby’s toda la cacharrería de la dinastía Ming. Aznar, antes de meterse a lobista, con “b”, no con “v”, o sea, no es un depredador de mujeres, sino de voluntades, también fue presidente del Gobierno. Nunca estuvieron unidos; es más, el “¡Váyase, señor González!” fue el único nexo que les unió durante años y años. Ahora, sin embargo, llevados por la moda vintage, han reinterpretado a Los Manolos –“Amigos para siempre”– y a coro han alertado sobre la falta de centralidad y de objetivos de los dirigentes políticos actuales y les han reclamado que se vayan al rincón de pensar para recapacitar sobre el espectáculo que están dando. Si se repiten las elecciones, forman una coalición –Unidos Podemos sería una buena denominación– y logran la mayoría absoluta. 

Como la canción de Los Manolos

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