Cobrar sin ir al trabajo

EL tiempo pasa aunque Sam, el músico negro que trabaja en el Café de Rick, el bar de Humphrey Bogart en Casablanca, no interprete como cada noche “As time goes by”. Y no transcurre de la forma con la que soñaban los independentistas catalanes. Otro pianista, Toni Comín –es un virtuoso acariciando las teclas blancas y negras–, que antes de la fuga de Puigdemont trabajaba como consejero de Sanidad y ahora es diputado raso de Esquerra Republicana, ha renunciado a delegar su voto en el Parlament. Comín formó parte del equipaje que el expresident se llevó a Bruselas y allí sigue. Hace unas semanas aseguró que estaba en las últimas, que en la cuenta corriente le quedaban menos de 4.000 euros, cantidad que a fin de mes crece un poco, pues como parlamentario se embolsa 3.000 euros cada día 1; porque, eso sí, que renuncie a delegar el voto no significa que renuncie al sueldo. Más o menos como en la empresa privada. Uno deja de ir al curro y el jefe le sigue ingresando la pasta con regularidad. Seguro que sí.  

Cobrar sin ir al trabajo

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