Unas cloacas que huelen muy mal

Va a ser necesario encontrar un desatascador muy gordo para conseguir limpiar de una vez esas cloacas virtuales que llaman del Estado pero que, a la hora de la verdad, apestan tanto como las auténticas. Lo de enterarse que el mandamás de un banco, supuestamente, pagó una pasta a un policía de los que mandaba mucho para espiar entre otras personas al rey da una idea de los retorcido que puede ser todo en eso que llaman las cúpulas del poder. Si aquello que se decía de que del rey para abajo todos iguales es cierto, resulta difícil imaginar donde termina la lista de los que fueron espiados, supuestamente, por Villarejo y compañía.

Unas cloacas que huelen muy mal

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