Claudia Delso le saca brillo a su leyenda participativa

LA psicomotriz Claudia Delso es miembro destacado del pelotón de los torpes de la Marea, nasía pa’ganá, –tan solo un concejal está fuera de esa categoría–, pero nunca se le podrá agradecer suficientemente su disparate de redistribuir A Coruña en 305 barrios –que incluyen zonas asimétricas, postfuncionales, calcificadas...–, ya que así frustró el principal anhelo vital de Iago Martínez, el Rasputín de Teis: desordenar el movimiento vecinal. Sin embargo, ese acierto no compensa la cadena de desaguisados que orla su labor en María Pita y en la que ocupan un lugar destacadísimo los presupuestos participativos. Su última hazaña conocida –sabe Dios cuántas hay de las que no se tiene noticia– es para echarse a temblar. Diez de las veintiuna iniciativas aprobadas en 2016 a propuesta de los coruñeses están todavía sin ejecutar, lo que significa que del millón de euros que se dedicaban a esos proyectos, aún permanezcan en el cajón más de 600.000 euros. Menos mal que las propuestas no tiene fecha de caducidad como el yogur, porque sino ya había que ir mandándolas a Nostián; unas en el contenedor verde y otras en el amarillo.

Claudia Delso le saca brillo a su leyenda participativa

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