Una cena muy enxebre para darle cariño a Albert Rivera


TRES horas cara a cara con Albert Rivera, el político antes conocido como Adolfo Suárez, son muchas horas. Él tiene tiempo para dar un millón, dos millones, si se esfuerza, hasta tres millones de abrazos, sin importarle lo más mínimo que su partenaire se sienta asqueado con tanta efusividad. A Rajoy le va en el sueldo aguantar esas sesiones intensivas de cariño y más cuando el líder de Ciudadanos está celosón, porque siente que quiere más a los socialistas que a él. Para demostrarle que no es exactamente así y que aún tiene puestas en él casi todas sus complacencias, lo invitó a cenar a La Moncloa y lo aguantó durante esas tres horitas. Pero como el presidente no es tonto, compensó esa noche de los osos amorosos con un menú enxebre: vieiras y lubina, es decir, robaliza, regadas con albariño. Si después hubo licor café, no se sabe, pero es de suponer que ya puestos... e incluso unha aperta de despedida. Si aun así Rivera sigue pensando tan mal de Galicia, habrá que considerarlo un caso perdido.

Una cena muy enxebre para darle cariño a Albert Rivera

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