La casuales casualidades en los contratos del Ayuntamiento


CUANDO uno ve una botella cuyo contenido es blanco, lo normal es que ese líquido sea leche, aunque, es verdad, también puede ser, por ejemplo, horchata. Cuando a una empresa le caen por arte de birlibirloque muchos contratos municipales y el representante de esa empresa –firmante del manifiesto fundacional de la Marea, nasía pa’ganá– es coleguita del concejal que firma las adjudicaciones e incluso este mantuvo relaciones en el pasado con esa compañía, es fácil dudar de si se trata de leche o de horchata. O como dice Rosa Gallego, la María Pita de Hierro, “se puede tratar de una casualidad, pero es mucha casualidad que siempre ganen los mismos”. Pues nada, habrá que esperar a que Xulio Ferreiro, el Varoufakis da Gaiteira, cumpla su palabra y haga público los contratos menores que firma el Ayuntamiento, que, por cierto, está obligado por ley a darlos a conocer, aunque a lo mejor la xente do común considera que se trata de una ley injusta y por eso no la cumple, que todo es posible.

La casuales casualidades en los contratos del Ayuntamiento

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