Los cambios que llegan desde Madrid

MUDARSE a Madrid suele ser un síntoma de progreso, pero también de cambio de personalidad. Amancio Amaro, por ejemplo, cuando le cogió gusto a vestirse de blanco todos los domingo, dejó de llamarle Deportivo al Deportivo y empezó a llamarle Coruña. Una meiga no necesita tanto tiempo para olvidarse de su pasado; la descargan del camión, la ponen en el puesto del mercado y pasa a llamarse gallo. Albert Rivera, el político antes conocido como Adolfo Suárez, ha cambiado tanto desde su traslado desde Barcelona que es capaz de asegurar que jamás de los jamases vetó a Rajoy. Irene Montero, la responsable de Movimientos Sociales de Podemos, simplemente se ha movido por el interior de Madrid, pero también ha sufrido una asombrosa metamorfosis, hasta el punto de que ha admitido que están dispuestos a someter a votación la continuidad de Pablo Iglesias para llegar a un acuerdo con el PSOE. A ver si cuando el amoroso herbicida Pablo Echenique hablaba de arrancar las malas hierbas se refería a su jefe...

 

Los cambios que llegan desde Madrid

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